Cómo lidiar con la actitud egocéntrica de una hijastra adolescente

Trata de mantenerte en contacto con ella vía mensajes de texto.

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Puede que te parezca que ser madrastra de una adolescente sólo se compara con caminar en la cuerda floja atravesando una ráfaga de petardos, pero sin aplausos al final. Los expertos en crianza de niños y adolescentes, la maestra Gina Kemp, la doctora en psicología Jeanne Segal y el especialista de Helpguide.org, Lawrence Robinson, han observado que, a menudo, son los adolescentes quienes son más beligerantes que los niños pequeños dentro de las familias reconstituidas, lo cual inevitablemente exacerba su típico comportamiento egoísta e intolerante. Sin embargo, piensa en que si cuentas hasta diez y consigues soportar a tu hijastra, en realidad no le estarás haciendo ningún favor. Además, después de todo, no se trata de un empleado al que puedes despedir por la forma en que se comporta y en que te trata. Habla con tu esposo y trabajen juntos para desarrollar un plan que te brinde el respeto que te mereces y que le enseñe a ella lo que necesita aprender.

Intenta tener en cuenta que, con frecuencia, los adolescentes en desarrollo son egocéntricos. El desarrollo de una identidad separada de la familia requiere de una gran cantidad de enfoque hacia el interior. Si tu hijastra es como la mayoría de los adolescentes, parecerá preocupada sólo por sí misma mientras se dedica a comparar cada acción, pensamiento y deseo propios con los de sus compañeros o con los un adulto idealizado. Esta comparación o juego de contrastes, la ayuda a crecer y a convertirse en la mujer que quiere ser; no obstante, también genera problemas y frustración debido a que la hace estar o parecer indispuesta a considerar las necesidades de los que la rodean. Utiliza su deseo de crecer y convertirse en adulta como una herramienta para ayudarle a ver cómo su comportamiento afecta a los demás, pidiéndole que imagine lo que un maestro, amigo o compañero de escuela o trabajo podría pensar de su comportamiento. Al concentrarte en enseñarle habilidades para lidiar con personas difíciles fuera de la familia, puedes disminuir la tensión emocional que suele haber dentro de una familia reconstituida, mientras reduces algunas de sus tendencias egocéntricas.

Trabaja con tu esposo para desarrollar reglas en la casa. A menudo se necesitan muchos años para que los adolescentes puedan llegar a otorgar amor y confianza suficiente a un nuevo padre como para aceptar su orientación en la vida. Sin embargo, esto no significa que te niegue el respeto. Tu esposo puede ayudar a determinar un conjunto de expectativas que permitan que tu hijastra participe en la vida familiar de acuerdo con ciertas reglas, para que de ese modo aprenda a aceptar y a respetar tus necesidades. Por ejemplo, si está acostumbrada a comer a toda hora, mientras que tú estás tratando de crear el hábito de cenar en familia, apóyate en tu esposo para que la comprometa a comer con ustedes ciertas noches o al menos a acompañarlos si es que ya ha comido. Es entonces cuando puedes intentar hablar con ella acerca de su necesidad de independencia y tu necesidad de pasar tiempo con la familia, para que vaya comprendiendo que no está siendo castigada.

Concéntrate en desarrollar empatía. Si bien una cierta cantidad de introspección y de enfoque en su persona le permite destacar sus fortalezas y controlar sus debilidades, la experta en crianza de los hijos, Michele Borba, doctora en educación, sugiere que los adolescentes egoístas e irrespetuosos corren el riesgo de no desarrollar las habilidades que necesitan para poder tener relaciones sanas en su futuro como adultos. Como madrastra, juegas el importante papel de la nueva persona con la que la chica tiene que aprender a llevarse bien. Ayúdala a entender cómo te sientes cuando ella se comporta de manera grosera y egoísta para ilustrar cómo su comportamiento afecta a todos los que la rodean. Pese a que ella pueda insistir en ponerse difícil en un intento por sacarte de su vida, tu persistencia puede ayudarla a que aprenda a amarte y a llevarse bien no sólo contigo, sino más adelante, con un jefe difícil o incluso con una suegra problemática. Dile cómo te hace sentir su comportamiento y pídele que imagine cómo se sentiría si alguien la tratara en la forma en que ella te trata. Es muy posible que no te responda, pero te habrá oído y con suerte, se pondrá a reflexionar en tus palabras y su conducta.

Defiende tus derechos. Como miembro de la familia tienes ciertos derechos y vale la pena velar por ellos e insistir en que se respeten, no sólo para tu interés, sino también para el de ella. Entre otras cosas, tienes derecho a que se te trate con respeto y amabilidad, a poder terminar una comida en paz y tranquilidad, a que se respete lo que te pertenece y a tener privacidad. Si te acosa y acorrala adueñándose de toda la casa, recuérdale que es muy posible que tampoco les agrade esa actitud a sus futuros compañeros con quienes compartirá cuarto en la universidad, quienes tendrán los mismos derechos que ella a utilizar el espacio. Pídele a tu esposo que contribuya para que quede claro qué es lo que se espera de ella y qué consecuencias le acarreará el hecho de no cumplir dichas expectativas. Reconoce delante suyo que crecer es difícil y que a veces tendrá que actuar de forma ciertamente egoísta, pero que sus necesidades no pueden sustituir ni dominar por sobre las tuyas. Por otro lado, haz que recuerde que tiene los mismos derechos y que le serán respetados siempre y cuando ella respete los tuyos y los de los demás. Sólo tú sabes dónde está el límite. Aclárale esto a tu esposo y luego trabajen juntos para establecer un nuevo conjunto de reglas en el hogar, que cumpla con las necesidades de ambas para que nadie se sienta agredida y para que tu hijastra aprenda algunas habilidades valiosas que le servirán en sus futuras relaciones. Puede que tengas que negociar y aceptar que lave los platos después de una hora de enviar mensajes de texto, pero si lo hace sin protestar y sin molestarte, verás que con el tiempo habrás ganado a un participante activo en la rutina familiar.

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