Cómo dejar de ser grosero

Rehúsate a discutir si no puedes hacerlo sin dejar de ser grosero.

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Un poco de competitividad y espíritu pueden ser buenas cualidades en una persona, pero si constantemente cruzas la línea, tal vez puedes ganarte la reputación de grosero. A nadie le gusta que lo maltraten ni le falten al respeto y tal vez te encuentres en la situación de que las personas en tu vida van disminuyendo conforme aumenta tu mala actitud. Es por eso que unos cuantos cambios en la forma en cómo miras la vida y reaccionas a las situaciones puede ayudar a bloquear al abusivo que llevas dentro y a liberar al ser amable que también se esconde dentro de ti.

Piensa siempre en cómo se sienten o en qué piensan las otras personas. Trabajar en tu sentido de la empatía puede ayudarte, entrena la lógica en tu cerebro para no reaccionar de manera agresiva, según lo que aconseja un estudio realizado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Spanish Foundation for Science and Technology). La empatia y la violencia comparten el mismo circuito cerebral, por lo que al incrementar la empatía puede mejorar la forma en cómo respondes ante distintas situaciones.

Haz una pausa antes de reaccionar. Si alguien te dice algo con lo que tu no estés de acuerdo, intenta detenerte, piensa, toma un momento y piénsalo con calma en lugar de reaccionar de manera precipitada. Puedes exponer tus razones sin herir los sentimientos de nadie y hacerte conocido como una persona centrada y ecuánime. Esto requiere de mucho esfuerzo, pero puedes lograrlo.

No saques a relucir toda un historial cada vez que tengas una discusión, asegura la revista “Good Housekeeping “. Si tu pareja no lava los platos, no comiences una discusión sobre la cantidad de veces en el pasado que ella no lo ha hecho. Lo que importa es no convertir un asunto menor en un problema más grande.

Realiza actos amables sin motivo. Como por ejemplo pagar la cuenta, enviar a alguien una tarjeta, comprar un regalo, hacer algún cumplido y felicitar a las demás personas por su éxito. Hazte el hábito de hacer cosas amables por los demás. Esto hará que tú y las personas a tu alrededor se sientan mucho mejor.

Aprende a estar equivocado, a perder las discusiones y seguir adelante. Es difícil saber cuándo detenerse, pero si te das cuenta que no puedes continuar sin ofender a la otra persona, es mejor no decir nada. Aprende a dejar que los demás tengan la última palabra y no intentes rebatir todos los argumentos de la otra persona con los que no estés de acuerdo. Está bien convenir en estar en desacuerdo y está bien aceptar que alguien más tiene la razón, aún cuando tú no pienses igual que los demás, será lo mejor para mantener la paz.

Consulta a un consejero o terapeuta para trata de corregir tu tendencia de estar siempre a la defensiva y de ser combativo o ser ofensivo con la gente a tu alrededor. Puede ser que tengas la tendencia a tratar mal a los demás por culpa de un trauma o problema emocional. Aprende a dejar de usar la brusquedad como un mecanismo de defensa para protegerte a ti mismo.

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