Efectos psicológicos del entrenamiento para ir al baño

El entrenamiento para ir al baño es un gran paso tanto para los padres como para los hijos.

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No es sorprendente que el entrenamiento para el control de esfínteres sea una época plagada con emociones cargadas tanto para los padres como para los hijos. Mamá le está intentando enseñar a su hijo a tomar el siguiente paso hacia la madurez mientras lidia con todo tipo de nociones preconcebidas acerca de cómo y cuándo debería ocurrir. El niño está aprendiendo algo que lo saca de su zona de confort y lo fuerza a tomar responsabilidad por sí mismo. Es normal que a los padres les preocupe que, si se hace mal, la experiencia pueda dejar cicatrices psicológicas duraderas en un niño. La verdad es que esto sí puede ocurrir, pero ciertamente no tiene por qué ser así.

El peor escenario

Cualquier comportamiento abusivo, controlador o demasiado crítico puede tener como resultado cicatrices emocionales duraderas. Lo triste es que la mayoría del abuso infantil ocurre durante este entrenamiento, más que en cualquier otro momento de la vida del niño, según reporta la American Academy of Pediatrics. El entrenamiento para ir al baño es complicado y estresante, y algunos padres reaccionan castigando a sus hijos duramente por sus errores. En lugar de ser productiva, esta forma de disciplina hace a los niños inseguros, agresivos o hace que se avergüencen de sí mismos. Parenting Science señala que esto también puede causar una regresión, que los niños mojen la cama o retención de las heces. Durante su impresionante carrera, el conocido Dr. Spock recomendó no enojarse con los niños durante el entrenamiento para el control de esfínteres, sino más bien mantener la calma y motivarlos.

El mejor escenario

Digamos que tú y tu pequeño finalmente han atravesado la fase de entrenamiento para ir al baño juntos. Tú lo felicitaste por sus éxitos y evitaste enojarte con sus accidentes. ¿Cuáles son los efectos psicológicos ahora? Son positivos. Ha conquistado un paso valioso hacia la madurez y tiene confianza en sí mismo. También sabe que puede confiar en ti como su padre para darle la guía y protección necesaria.

¿Demasiado pronto? ¿Demasiado tarde?

A los padres les preocupa que los errores involuntarios de su parte causen un daño permanente en sus hijos. ¿El tiempo es crucial cuando se trata del entrenamiento para ir al baño? La respuesta es sí. El elemento más importante para el control de esfínteres es que el niño esté listo para esto, dice la American Academy of Pediatrics. Coaccionar o forzar a un niño a sentarse en un inodoro no lleva al éxito. De hecho, con los niños de voluntad fuerte esto puede tener el efecto contrario, nota McKenzie Pediatrics, ya que el padre y el hijo se traban en una lucha de poder que no tienen ningún verdadero ganador. Por otro lado, debería notarse que esperar demasiado para fomentar el ir al baño puede tener como resultado problemas con la vejiga, asegura Parenting Science. El entrenamiento para ir al baño retrasado se define cuando ocurre en un niño de 3 años de edad o mayor, que ha sido entrenado por 3 meses o más y que goza de buena salud en general.

Entrenamiento efectivo

Nuevamente, el tiempo lo es todo. Las señales que muestran que un niño está listo para aprender a ir al baño incluyen tener las habilidades motoras para sentarse sobre el inodoro y bajarse de este y tener la capacidad para comunicar que lo necesita verbalmente, dice la American Academy of Pediatrics. Cuando tu hijo muestre estas cualidades, compra una bacinica o asiento para el inodoro. Deja que se siente en éste con su ropa puesta un par de veces al día para ajustarse a él, recomienda el Dr. Spock. Una vez que esté cómodo, deja que se siente en él sin ropa y explícale que los adultos ponen la pipí y la popó en el inodoro en lugar de en un pañal. Demuéstrale para que sepa de qué estás hablando. Cuando él use el inodoro felicítalo, pero no lo regañes por los accidentes. Si muestra señas fuertes de resistencia, está bien que regrese a los pañales y probar de nuevo en algunas semanas. Recuerda, los niños que aprenden a ir al baño aún tienen accidentes nocturnos hasta la edad escolar, así que puede que quieras cubrir el colchón de tu hijo con una cobertura plástica o acolchado absorbente.

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